El talento de una Cassette se escucha en Quito

Lo único que a Nata Cassette no le gusta de Quito es la manera en que se prepara el bolón de verde. “El plátano debe freírse, no se lo debe cocinar”, reclama como cuando uno protesta que un delantero no logra hacer un gol cantado. La queja le sale con la efusividad con que se habla en Guayaquil, la tierra que la vio comer encebollados de 50 centavos, luego de salir de sus entrenamientos de tae kwon do.
Ella es colorada, pero no es 'aniñada'. “Vengo del sur de Guayaquil y soy chola a mucha honra”, dice golpeándose el pecho. Uno siente que está orgullosa y como para que no quede dudas en la conversación acentúa los tonos propios de una guayaca. Lo único quiteño que se le ha pegado son las palabras 'cachas' o 'a full'. Ese es el resultado de vivir cuatro años en la Capital.
Llegó a Quito sin nada, solo con una maleta, sus sueños de formar un grupo de música y su perro Hetfield (apellido del vocalista de Metallica), que se lo dejó una amiga para que lo cuidara hace seis años. “En Quito, hay más posibilidades de hacerte conocer en el ámbito musical”, confiesa, en el estudio de grabación de su novio, en El Inca, en el norte quiteño.
Sentada frente a un piano eléctrico, Nathalie Vergara Grandes, como se llama en realidad, comenzó su carrera en medios a los 17 años. Su empleo era el de recepcionista en una radio de Guayaquil. Al final, la despidieron porque nunca "paraba" en su puesto, ya que estaba en la cabina para ver cómo era la 'movida' de la locución.
Luego, ella y otras amigas formaron el grupo The Cassettes, que tuvo su paso en la escena noventera de la música. Desde allí, su nombre artístico incluyó parte del título de la banda, que se separó. Con su compañera de fórmula Ángela Peñaherrera se sumó al elenco de la película 'Sin Otoño, Sin Primavera', del manaba Iván Mora.
Sin agrupación, sin novio y con el ímpetu del soñador, se lanzó a Quito. A la semana, en tierras serranas, le robaron su celular y a los 15 días, se le "chorearon" una bicicleta, comprada para hacer sus recorridos en las calles capitalinas.
Pero ha tenido sus recompensas. Su voz se ha oído en radios, ha tocado en festivales de rock y ahora es reportera en un canal de televisión. “Los quiteños valoran la capacidad y no los títulos que uno se cargue”, sentencia, antes de buscar su guitarra eléctrica y mostrar sus dotes.
En su actual profesión como reportera tiene la dicha de fusionar todas sus pasiones. La versatilidad de la música, el 'camaleonismo' de la actuación (también es actriz) y la 'viveza' del 'guayaco’. En las calles la reconocen y en la pantalla se nota su estilo tan suelto que parece que no es un trabajo sino una diversión.