Carlos Mina esquivó un golpe del Guasmo y pegó en Río2016
Carlos Mina le propinó golpes de derecha letales a Serge Michel. El guayaquileño se enfrentó al alemán en la ronda preliminar de la categoría de 81 kilos de las Olimpíadas Río 2016. El pasado 7 de agosto, el debut del púgil ecuatoriano fue positivo. Atacó y no dio espacio a su oponente. Por el desgaste de aquel primer 'round', en el segundo asalto tuvo algo de dificultad, pero un juego de piernas y combinaciones le libraron de ese momento.
Luego de nueve minutos, los jueces declararon a Carlos Mina como el vencedor. Las tres tarjetas marcaron un resultado de 29 sobre 28. La victoria fue el pase a los octavos de final en donde el irlandés Joshep Ward no resistió los embates del guayaco.
Ese domingo 14 de agosto, ya en cuartos de final, Ecuador se enfocó en la pelea de su boxeador, pero la experiencia del francés Mathieu Bauderlique fue superior. Pero esa derrota retrató la garra, la intención de remontar el marcador, las ganas de superarse de Carlos Mina. Son esas características las que le sirvieron como guante cuando las condiciones de vida fueron sus contrincantes.
Cuando el deportista cumplió tres años, el 10 de octubre de 1995, María Mina le sacó del Guasmo Sur, en Guayaquil. El destino: Quito. Su madre quería esquivar las drogas, la delincuencia, la muerte que rondaban ese barrio marginal.
Hubo días en Quito en que Carlos no tuvo comida, cama, ni ropa... Han pasado 21 años y el atleta olímpico no lo olvida. Esas memorias son su impulso para no dejar de crecer. El mayor de nueve hermanos durmió en calles, albergues; vendió caramelos y cantó en los buses. Hoy conserva su talento artístico, es compositor de lírica y género urbano. Hace una semana grabó su segunda pista Soy el viento, junto al haitiano Jeanel 'Black Prince'.
Con 11 años se trasladó junto a su madre y hermanos a Puerto Quito, 140 km al noroccidente de la capital. Ahí empezó su historia con el boxeo, por azar. A los 12 años entró a un gimnasio, "por simple curiosidad". Vio los guantes, se los colocó y empezó a golpear un saco. "Todo arrancó por probarme unos guantes", confiesa.
En Puerto Quito desarrolló sus habilidades deportivas, esas que, a sus 29 años, le llevaron a los cuartos de final en los más recientes Juegos Olímpicos. "Estar ahí significó mucho para mí. Adquirí bastante experiencia o, más bien, mejoré la que tenía. Llegué a Brasil con la mentalidad para hacer bien las cosas y creo que se cumplió. Quise avanzar un poco más pero no se pudo".
En el noroccidente el púgil descansará hasta fin de año. Debe prepararse para Tokio 2020. El primer golpe será en enero de 2017 en los Juegos Bolivarianos. "Tenemos un camino muy largo por recorrer para tener el pase olímpico. Nos vamos a preparar muy bien, queremos superar lo que se hizo en Brasil. Tenemos las condiciones para hacerlo".